
Cuando la devanadera enloquezca,
cuando todo gire a la velocidad del vértigo,
cuando veas la frente fruncida,
y en mis ojos se funda un reflejo,
no es solo la devanadera que ha enloquecido.
Soy yo que he perdido el verdor de la hierba,
que se escapó de mí el frescor de las hojas,
que se marchitaron tus rosas robadas,
que se secó el tomillo que cogían mis manos.
Y un silencio turbio se apoderó
del tejado, de la escalera, de la casa del patio
incluso del lilo, de la madreselva, de las diminutas violetas, de …
de la veleta, que ayer ya dejó de girar.
No hay madeja.
Anna Babra
Muy ocurrente tu poema. Me encantan sobre todo los ocho primeros versos. Concentran casi toda la fuerza evocadora -o sugeridora- de la composición.
ResponEliminaUn saludo, Anna.
Cuando se consigue brevedad ... que se concentre en unos versos y además los primeros evita el cansancio de la lectura.
EliminaSalud, Cayetano. Gracias.
Anna Babra
Pero siempre podrás decir: la tuve. Siempre podremos recordar: alguna vez devanamos. Pues devanar es lo que hacemos al vivir, eligiendo unas veces conscientes otras azarosos las madejas de las relaciones, de los haceres, de las voces, de los silencios, de las experiencias, en fin, que nos han dado sentido. Muy bonito el símil de tu poema: cuando se vuelva loca la devanadera habrá que reponer, pero cabe también renunciar. Pero ¿por qué hacerlo mientras respiremos?
ResponEliminaVayamos intentando en el ahora y el devenir reponer la madeja. Sí un dia renunciamos... siempre podremos decir que, como apuntas, la tuvimos y ovillamos.
EliminaGracias Fackel por este comentario. Cargado de optimismo, y de perseverancia.
Salud.
Anna Babra
... y aquel día en que las piedras parieron la luz,
ResponEliminadel árbol el ángel un grito al viento arrancó,
un grito que luego se hizo palabra
El grito del árbol se hizo palabra. Me gusta mucho lo que dices, hay un grito oculto en las palabras.
EliminaMuchas gracias, Enrique.
Anna Babra
ResponEliminaSupermagnífico, Anna. Íntimo, profundo, bellísimo.
Cinco estrellas. Como mi abrazo.
Quizá invite a la reflexión. Me gusta ese movimiento de la devanadera que a veces permite ver el giro y otras enmaraña la madeja; en lugar de ovillo queda un marasmo de hilos; la vida misma.
EliminaUn abrazo profundo, Soco. Muchas gracias.
Anna Babra.
Dels que he llegit, el que més m'agrada.
ResponEliminaGràcies, Montse G.
EliminaSalut.Una abraçada.
Anna
Giramos con la noria del tiempo. Las Horas (Dice, Eunomia e Irene) hijas de Temis y Zeus, marcan el ritmo incesante.
ResponEliminaSaludos
Francesc Cornadó
Justicia, paz y orden. ¿Le podemos pedir eso a la devanadera? Me gusta pensar que en ese ritmo que lleva a veces rápido y desmesurado y ese otro que permite percibir el giro está el humano que lo atiza, en el orden y el desorden. Y cree que es él, infeliz, quien domina la devanadera o la noria, como quieras.
ResponEliminaSalud, Francesc.
Anna Babra.